Preparaba una parte del tema de la poesía de posguerra española para mis alumnos cuando Rusia invadía Ucrania. Justo la poesía desarraigada, justo a Dámaso Alonso, justo Hijos de la ira, un libro de poesía que releí el pasado verano. Además de la tópica información, siempre me gusta contar algunas anécdotas y perlas para hacer la clase más amena a mis alumnos. Busqué y di con estas declaraciones de Dámaso Alonso donde calibraba qué había supuesto para él la escritura de Hijos de la ira. Según sus declaraciones, dice que escribió Hijos de la ira «lleno de asco ante la estéril injusticia del mundo y la total desilusión de ser hombre”.
La total desilusión de ser hombre. La cita y los acontecimientos me procuraron una tarde sombría y triste por todo lo que sucedía a miles de kilómetros. No encontraba ningún tipo de razón, ni ética, ni moral, ni humana, ni evidencia ni excusa que justificase que en el año 2022 comenzase otra guerra de este calibre, el comienzo de una barbaridad a la carta de Putin, al gusto y deseo de esta bestia humana.
Algo me dirigió al blog de José Antonio Fortea. Sabía que habría escrito sobre el asunto, estaba seguro de que vertería una razón que me convencería y sobre todo, que me ayudaría a entender y comprender el asunto desde un punto de vista cristiano. Seguro que había escrito algo y seguro que lo habría hecho de manera rotunda. Acerté. Ahora transcribo parte de la lúcida glosa que hizo sobre Putin y Abel; me conmovió:
Putin está maldito. Hace mucho que sus manos estaban manchadas de sangre. Su largo principado sobre Rusia no trajo la bendición, sino la pobreza. Su tierra no daba fruto. Sus pensamientos vagan errantes en los páramos de su alma. Solo había que mirarle a su cara para ver lo triste que siempre estaba. Es un hombre marchito que extiende su tristeza a su alrededor […] Detrás de ese rostro de matón, tiempo hubo en el que el alma de Putin se abrumó ante el peso de su culpa […] Ahora ya está inservible. No es la paz, sino la muerte del alma. Su rostro habla. Sus ojos son los del que tiene la paz del muerto espiritual.
José Antonio Fortea en «Y Putin tomó una piedra y golpeó la cabeza de su hermano hasta matarlo«.
En otro blog, y tomando a Putin como pretexto, también se referían a Lev Tolstoi y a su El camino de la vida. Ahí leí:
«Cuanto más fuerte es la fe del hombre, más firme es su vida. La vida de un hombre sin fe es la vida de un animal.«
Lev Tolstoi
Dámaso Alonso continuaba así:
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime ¿qué huerto quieres abonar en nuestra podredumbre? ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?
Se lo preguntas a Dios, y se lo preguntas a Dios, y se lo preguntas a Dios.