La crítica es, digámoslo así, la policía de la república literaria

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La crítica es, digámoslo así, la policía de la república literaria. Es la que inspecciona lo bueno, y lo malo que se introduce en su dominio. Por consiguiente, los que ejercen esta dignidad, debieran ser unos sujetos de conocido talento, erudición, madurez, imparcialidad, y juicio; pero sería corto el número de los candidatos para tan apreciable empleo, y son muchos los que lo codician por el atractivo de sus privilegios, inmunidad, y representación. Meteos a críticos de bote y boleo. Tomad sin más, ni más este encargo, que os acreditará en breve, con la confianza, que os habrá inspirado este curso, arrojaos sobre cuantas obras os salgan al camino, o id a su encuentro como Don Quijote en busca de los encantadores, y observad las siguientes reglas de crítica a la violeta.

Primero: Despreciad todo lo antiguo, o todo lo moderno. Escoged uno de estos dictámenes, y seguidlo sistemáticamente, pero las voces modernas y antiguas, no tengan en vuestros labios sentido determinado: no fijéis jamás la época de la muerte, o nacimiento de lo bueno, ni de lo malo. Si os hacéis filo-antiguos (palabritas de la fábrica de casa, hecha de géneros latino, y griego) aborreced todo lo moderno, sin excepción: las obras de Feijoo, os parezcan tan despreciables como los Romances de Francisco Estevan. Si os hacéis filo-modernos (palabra prima hermana de la otra) abominad con igual rencor todo lo antiguo, y no hagáis distinción entre una arenga de Demóstenes, y un cuento de viejas.

Segundo: Con igual discernimiento escogeréis entre nuestra literatura, y extranjera. Si como es más natural escogéis todo lo extranjero, y desheredáis lo patriota; comprad cuatro libros franceses que hablen de nosotros peor que de los negros de Angola, y arrojad rayos, truenos, centellas, y granizo, y aún haced caer lluvias de sangre sobre todas las obras, cuyos autores hayan tenido la grande, y nunca bastantemente llorada desgracia de ser paisanos de los Sénecas, Quintilianos, Marciales, etc.

Tercero: No pequéis contra estos dos mandamientos, haciendo, como algunos, igual aprecio de todo lo bueno, y desprecio de todo lo malo, sin preguntar en qué país, y siglo se publicó.

Cuarto: Cualquier libro que os citen, decid que ya lo habéis leído, y examinado.

Quinto: Alabad mutuamente los unos las obras de los otros; vice versa, mirad con ceño a todo el que no esté en vuestra matrícula.

Sexto: De antigüedades, como monedas, inscripciones, etc. y de historia natural, facultades menos cursadas en España, apenas necesitáis saber más que los nombres, y cuando no, diccionarios, compendios, y ensayos hay en el mundo.


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Félix de Azúa en su discurso de ingreso en la RAE.

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2 comentarios en “La crítica es, digámoslo así, la policía de la república literaria

  1. El libro de Cadalso es una cínica visión del cuñadismo intelectual de la época. Muy recomendable. Es una crítica a la «pedantería» reinante, Ricardo.

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