Leí hace poquito, en la página 196 de La escuela no es un parque de atracciones, que en un texto del siglo XVII, titulado La descendencia de los Modorros, aparecía escrito: “Dicen que el Tiempo Perdido se casó con la Ignorancia, y hubieron un hijo que se llamó Pensé Que, el cual casó con la Juventud, y tuvieron los hijos siguientes: No Sabía, No Pensaba, No Miré En Ello, Quién Dijera”.
Está analizado por ahí que los profesores nos dedicamos en torno al 20 % del tiempo de clase a intentar mantener el orden. Cuanto más jaleo hay en el aula, peor es el clima de trabajo y por tanto, menos se trabaja. Sin atención ni concentración, no habrá aprovechamiento y sin aprovechamiento no habrá enseñanza, y sin enseñanza adquirida no habrá valor añadido en el alumno que asiste a clase. Una cadena.
Pero lo peor de todo, también está demostrado por ahí, es que “cuanto más pobres culturalmente son las familias, más importante es el clima escolar”. Por eso, si queremos mejorar los resultados académicos, tenemos que alcanzar un mejor comportamiento en el aula, y perseguir un estándar de comportamiento alto.
En el IES donde trabajo consensuamos entre los tutores de 1.º ESO y la orientadora, un decálogo que se ha extendido a todos los cursos de secundaria del IES Sierra de Segura. Llevamos semanas implementándolo porque lo consideramos una herramienta vital para conseguir un ambiente de trabajo fértil.
La disciplina en los centros ha de ser necesaria y ha de ser necesaria y buscada porque es una de las condiciones imprescindibles para aspirar a la equidad entre el alumnado.
El décalogo está aquí, a tu disposición. Si te gusta, cópialo, divúlgalo, imprímelo en las paredes de tu centro. Liberamos todos los derechos de reproducción: