Constantino Bértolo trató de defender al crítico, siempre bajo sospecha de ser un escritor frustrado. Lo hizo en este fragmento que me descubre Mary Luz Vallejo en su libro La crítica literaria como género periodístico. La columna de Bértolo fue publicada en El País el 1 de endero de 1988. No he dado con el original, pero transcribo el texto, que me parece suculento. Trae un argumento que habremos de presentar a aquellos escritores que menosprecian a los críticos. Recientemente en Twitter leí cómo un escritor despreciaba a otro, que además era crítico. También trifulcas en los nuevos periódicos digitales. Estoy con Bértolo, y desprecio este desprecio hacia la labor imprescindible del crítico literario. A mí me sabe repugnante la altanería del escritor hacia el crítico. Bértolo fue más suave, y trató de mostrar sus argumentos. Me convenció:

Ocurre además que los escritores que alardean su desprecio hacia la crítica hacen mal en volcar tan aristocrático sentimiento sobre las espaldas de los críticos, pues es entre sus propias huestes donde podrían encontrar los portadores más significativos de esa peste crítica que dicen rechazar. Repasen si no la lista de los componentes de los comités de lecturas de las grandes editoriales. […] Echen una ojeada a las listas de los jurados de los premios literarios. Den un pequeño vistazo a los consejos de redacción en las revistas literarias y no olviden a aquellos que de forma espontánea, aguantando sin duda la náusea por la crítica, aprovechan los espacios y las páginas literarias de los medios de comunicación para entonar la loa en honor a la obra de algún colega y sin, embargo, amigo. Si el escritor es, como sospecho, un crítico frustrado, no podrá, por tanto, quejarse de los dividendos que le está sacando a tal frustración. Lo que irrita es la ceguera de aquellos escritores que despachan el problema de la crítica con un lugar común y a continuación se apuntan a ejercer de críticos en cualquier oportunidad.

Constantino Bértolo en El País. 1-1-1988.