Chicas con las piernas cruzadas, chicas con las piernas sin cruzar, chicas con piernas fantásticas, chicas con piernas asquerosas, chicas que parecían chicas estupendas y chicas que debían ser unas brujas si llegabas a conocerlas. Era un panorama muy bonito, si entienden lo que quiero decir. En cierto modo, era también bastante deprimente porque uno no podía dejar de preguntarse qué sería de todas ellas. Quiero decir cuando salieran del colegio y la universidad. Te imaginabas que la mayoría se casarían con unos imbéciles. Con tíos de esos que siempren están hablando de cuántos kilómetros pueden sacarle a un litro de gasolina en sus malditos coches. Tíos que se enfandan como niños cuando les ganas al golf o hasta a un juego tan estúpido como ping-pong. Tíos malos de verdad. Tíos que nuncan leen libros. Tíos aburridos…
Holden Caulfield en El guardián entre el centeno, de Salinger.

La fotografía fue extraída de una web que ya no existe: Grand Prix 63.