Fueron cuatro, pero qué dos: libros que leí en septiembre de 2022

Desde agosto computo los libros que leo. Garfunkel lleva haciéndolo décadas. La utilidad de esta rutina, de este hábito es nula, no sirve para nada. Apuntar los libros que vas leyendo te asemeja un poco a Scrooge, pero da igual. Como escribía ayer en Instagram acerca de Safo, esta decía que lo más hermoso siempre es aquello de lo que uno está enamorado. Y de los libros que lees puedes enamorarte, salvando todas las distancias y melopeas emociones.

  1. No sirve para nada, pues, llevar una lista con los libros que vas leyendo, pero ahora presento la lista de los libros que leí en septiembre, que es un mes complicado para un padre y profesor de instituto. Además, si solo buscamos ser prácticos, pragmáticos y utilitaristas, dejamos de ser atractivos, intelectualmente hablando. Eso es lo que viene a afirmar Zena Hitz en Pensativos. Los placeres ocultos de la vida intelectual. Escribiré una glosa y la publicaré donde estoy publicando todas las glosas de los libros que leo desde agosto: aquí.
  2. El tercer libro que terminé fue el escrito por la gurú de la escritura Natalie Goldberg: Writing Down the Bones, cuyo meollo reside en que no hay excusas para no escribir todos los días durante diez minutos, como mínimo. El libro te desperdiga una idea, página sí y página también: lo que escribes no necesita ser publicado en ningún sitio, ni debes leérselo a tu mamá o a tu pareja, debes escribir para ti sabiendo que ese texto se va a quedar en tu cuaderno por lo siglos de los siglos. Bueno, quizás, alguien lo lee, pero será en un último momento por quien le toque tirarlo al contenedor azul del cartón; alguno de tus hijos, algún nieto, quizá, el inquilino que le ha alquilado el piso tu hijo, tu hija. No te preocupes. Quien lea tu texto lo entenderá tan desfasado que no le dará remordimiento arrojarlo al fondo del contenedor. Ya cumplió su función, que era tu desarrollo intelectual. Quien escribe se desarrolla. De este libro también escribiré su glosa, claro.
  3. Antes de Goldberg y de Zena Hitz me rompí con los artículos que reunió Guillem Martínez en Los domingos. De este ya tienen ustedes escrita la glosa y reconozco que es un texto fundamental para desentrañar los secretos de la escritura periodística y literaria. Sus textos deberían tomarse como modelos en las facultades de periodismo. ¿Cómo es que este hombre aún no tiene un David Gistau? ¿Porque ha confesado su evidente izquierdismo? Incomprensible.
  4. Y acabo con el primer libro que terminé de leer en este mes. Es de un amigo que lo sabe todo sobre la lengua ibera y vasca. Los glosarios que incorpora resultan espectaculares y su pasión por la filología, estelar. Seguro que sus investigaciones nos traerán más alegrías. Hablo del libro Las nuevas huellas de los iberos, de Pedro Javier Romero Cambra.
Colección de mi cuaderno. Todos los meses abro una para anotar qué leo y qué entra en el radar.

Hasta aquí los libros leídos en septiembre de 2022. Dos muy buenos, el de Guillem Martínez y el de Zena Hitz. Iré actualizando la entrada con los vínculos a las glosas que me quedan por escribir: Pensativos y Writing Down the Bones. Me he tomado como una obligación este curso la escritura sobre los libros que leo. Además, así leeré mejor, como nos recordaba Echevarría en El Cultural del 30 de septiembre. Leer no nos hace mejores: quien lee idioteces, se idiotiza:

Octubre lo he abierto con Ilustrísimos señores, de Albino Luciani. Qué golosina de librito.

Ahora solo me queda recomendarles que se suscriban a la lista de correo con las glosas de los libros que leo. Son buenos libros, la mayoría. Valor seguro:

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