La vida en un blog: 500 palabras

500 palabras

Abrir un archivo Word y escribir 500 palabras es sencillo. Un día, dos, al tercero ya no abres el Word y escribes doscientas en el cuaderno. Al cuarto escribes una línea en el cuaderno como idea para desarrollar luego, más tarde, nunca. En un Word. Y un mojón. Y así día tras día. El problema no es escribir 500 palabras todos los días. El problema es hacerlo todos los días, como señala Olmos –él lo llama resistencia– y como dijo Newport –él lo llama productividad lenta–. Aquí está el problema. El problema es a lo que dedicamos el tiempo.

Olmos cita un gracioso ejemplo en el artículo que menciono en el primer párrafo. Es una escritora que se queja porque no la consideren como deben considerarla: escritora guay. Mientras lo leía me acordaba de Roth. Yo me acuerdo mucho de Roth cuando no me siento a escribir. Antes, siempre lo he pensado, debían vender pastillas o algo así para sentarse delante de un folio en blanco sin apenas esfuerzo y permanecer delante de él hasta que emanase y surgiese algo. Delante del papel una, dos, tres horas. Roth es escritor. La escritora que se queja una consentida.

Hasta aquí llevo 200 palabras. El tiempo esta vez no lo he contado. Me he levantado varias veces a picar del sofrito que está haciendo mi hija para el salmón al horno que está preparando. Aquí hay otro problema. Me siento, empiezo a escribir y me distraigo. Me levanto. Voy a por tal o cual cosa o me meto en tal o cual página, pasando por Twitter. Pernicioso. Lo que debía escribirse en treinta minutos se prolonga durante hora y media, sin contar la revisión. Sin concentración no sale nada bien. Y si sale, lo hace con más defectos que si hubiese sido escrito recluido. Por eso comprendo a quien se encierra para escribir. Sin nada que puede distraerle. Una Torre de Bollingen es lo que nos hace falta a más de uno. Qué placer. Atendemos a tantos frentes, que es dificilísimo concentrarse para usar la mente y el cerebro al casi cien por cien. La distracción es dañina. Yo lo he experimentado y estoy reiniciando muchos hábitos. Incluso de manera drástica. Incluso de verdad.

Aquí he escrito sobre lo narcótico que puede llegar a ser Twitter e Instagram. Pero de potencia alta. Nos duermen. Nos impiden leer más, dejamos de escribir más, nos tumbamos con más frecuencia en vez de pasear más. Hemos sustituido la lectura de Twitter y el visionado de Instagram por nuestra lista de buenas películas. Twitter nos impide poner más lavadoras, incluso la plancha se acumula con más facilidad.  

Escribir 500 palabras es sencillo. Solo me quedan cincuenta para acabar este artículo, o esta entrada. Hay quien se molesta porque se llamen a las entradas artículos. Algunas son artículos, otras no. Esta me da la gana que sí. Además, si empiezo a escribir todos los días 500 palabras podré terminar de esencializar este artículo: “La vida en un blog” [506 palabras]

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