Después de todo, ¿qué es la literatura, la literatura a secas, sin entusiasmo? Es el más vil de los servilismos y la más deshonrosa de las invenciones embrutecedoras. Es la acrobacia del pensamiento sin la excusa del sustento, pues la atiborramos de miseria a todos los niveles, si es que no le añadimos el negocio lucrativo del embaucamiento político o del escándalo irreligioso y pornográfico, pues ya sabemos que la literatura moderna apenas se dedica a otra cosa. Atea, hija de atea, madre de ateas, tres veces sacrílega, setenta y siete veces marquesa de la lujuria y de la impiedad, esta literatura se ha convertido en algo parecido al vómito de los siglos sobre el estiércol definitivo del pensamiento y del lenguaje. Pido perdón por estas expresiones horrible, aunque, si tenemos a bien recordar los últimos trabajos del señor Zola, por ejemplo, autoridad reconocida y aclamada por toda la nueva escuela, ¿quién se atrevería a encontrarlas injustas o exageradas?
León Bloy. De un experto en demoliciones. Berenice, 2014
