Notas de Langlois a la entrevista de Svenska Dagbladet a Philip Roth el 16 de marzo de 2014 recogida en ¿Por qué escribir? en su página 466 y siguientes.
Philip Roth después de escribir desde 1959 a 2010, decide releer todos sus libros, los treinta y un libro que ha publicado. Langlois, al que le gustan las estadísticas me dice que ha invertido cincuenta y un años en escribir treinta y un libros.
Relee y exclama lo que dijo uno de sus héroes infantiles, el boxeador Joe Louis: “Lo he hecho lo mejor que he podido con lo que tenía”.
Se defiende y argumenta por qué su obra no es misógina. Atribuye, además, que esa acusación se realiza del mismo modo a como hoy se puede acusar de comunista a una persona. Langlois recuerda los fundamentos de las falacias ad hominem, y sigue leyendo, y tomando notas en su cuaderno.
Aduce y revela de qué lo han acusado cuando escribía obras de ficción: de meterse o de odiar a los judíos y de odiar a las mujeres. Y Roth dice algo interesantísimo:
Me acusaron de odiar a las mujeres, cuya moralidad tilda de herejía cualquier investigación, como la que lleva a cabo la ficción sin censuras ni circunloquios, de los mecanismos del deseo y las pasiones libidinosas; aquellos para quienes cualquier forma artística es sospechosa si no refuerza el dogma del momento sobre el vasto dominio de lo erótico y las aventuras del cuerpo en su prolongada caída de una vitalidad exuberante hasta la decrepitud.
Philip Roth
Sobre sus personajes masculinos afirma algo que a Langlois, si fuese de verdad un personaje, estaría de acuerdo:
La vulnerabilidad es crucial. No soy fabricante de mitos. Mi intención no es presentar mis personajes masculinos como deberían ser sino tan irritados como están en realidad los hombres.
Philip Roth
Langlois descubre, gracias a Roth, la palabra “ordalía”, que es una “prueba ritual usada en la Europa medieval y en ciertas sociedades para averiguar la culpabilidad o inocencia de una persona acusada, y una de cuyas formas es el juicio de Dios”.
La tragedia es vital y surge de la vulnerabilidad del hombre con sus cosas y peculiaridades que son: uno, que el hombre no es de piedra y dos, que el hombre se doblega ante todo lo que le trae el autor y creador de la novela.
Es demoledor cuando responde a la pregunta referida a su trabajo:
Una mañana tras otra a lo largo de cincuenta años, me enfrentaba a la página siguiente indefenso y sin preparación. Para mí escribir era una hazaña de supervivencia. La obstinación, y no el talento, me salvaron.
Philip Roth
Hay que enfrentarse todos los días a la página en blanco, y atrapar en el papel esa tragedia diaria que soporta el hombre. Incluso cita la necesaria huida del hombre que ha escapado de su jaula, en claro paralelismo a la necesidad de abrirse definitivamente a la ficción.
El horror de estar encerrado ha perdido la gracia.
Hasta llega a afirmar que de lo único que tiene que preocuparse es de la muerte. Todo debe darle igual. Todo le da igual, independientemente de lo que su ficción proponga. Alcanzar este punto es un claro objetivo en la vida de Langlois, y en su no ficción.
Cita a unos cuantos escritores de su generación que debería leer, se dice Langlois: Bellow, Styron, Updike, Doctorow y Delillo.
¿Razones? Curioso, dice que el novelista americano desprecia la teoría “crítica”, que ¡fuera la política de la Literatura! y ¡fuera cualquier escuela de escritura! (no adscritos a ninguna). En realidad, es una forma de arrojar las muletas al fuego.
Afirma algo gracioso y sorprendente, y demoledor a la vez: como la mayoría de los ciudadanos son incapaces de leer literatura con un mínimo de comprensión, como la mayoría son incapaces para leerla, esto le confiere al escritor aún más, más libertad creativa. Afirma que “resulta embriagador que en realidad los escritores les traigan sin cuidado a nueve décimas partes de la población”.
¡Anda! “El poder en cualquier sociedad lo tienen quienes consiguen imponer la fantasía”. Reminiscencias kafkianas.
Todo es aprovechable. Ahora se refiere a los jóvenes, de los que dice que “viven de acuerdo con creencias que conciben para ellos los miembros menos inteligentes de la sociedad y los negocios con fines menos inocentes”
Langlois piensa ahora, mientras prosigue su lectura que debería trabajar la ficción todos los días. Apuntar y apuntar ideas que después podría desarrollar con personajes. Personajes que no tienen nada que temer. Aquí radica el intríngulis, el quid para toda la ficción, olvidarse de la presión de los prejuicios e incluso de las creencias, puesto que son a los personajes y no a él a quien representan. Qué bien le están haciendo estas páginas de Roth a Langlois.
En la página 411 enumera una lista de escritores que no se amoldan a una estética de la cultura popular americana. Una nómina interesantísima. A Langlois le llama la atención por sus apellidos un tal Óscar Hijuelos, que lo dejó, como Roth, todo por la escritura.
A la pregunta sobre su forma de narrar más breve en sus cuatro últimos títulos, Roth afirma que “una catástrofe irracional da forma a cada uno de estos cuatro libros. Sucede una calamidad personal y la máquina de castigo se desboca. Hay un cambio precipitado del paisaje moral: un castigo sin crimen, un castigo desproporcionado con el crimen. La cuestión es la desproporción”
En las notas de Langlois aparece subrayado en rojo ese último enunciado: “La cuestión es la desproporción”.
Esto lo relaciona Langlois con la llamada que acaba de recibir de un amigo que dice que ha vivido sin pensar. Eso es desproporción y de ahí, sin lugar a dudas, podría extraerse literatura. Además, ese amigo le comenta que se lo ha dicho a otro que va por el mismo camino. Y aquí está la chispa de la ficción, en que «cuando se produce la mayor emergencia imaginable y la existencia se convierte en un problema inexplicable que no puede resolver».
Y subraya otra vez el último enunciado, “la mayor emergencia imaginable y la existencia se convierte en un problema inexplicable que no puede resolver”. En realidad no es un enunciado, sino una oración. En realidad, ha copiado lo mismo que ha subrayado, pero le gusta mucho esa idea y por ese motivo la subraya y por esa misma razón sería capaz de replicarla hasta el final de esta página.
Para Roth es un auténtico placer la amplificación en sus novelas, afirma.
En la lucha entre tú y el mundo, apuesta por el mundo.
Philip Roth dice que es de Kafka
Esta cita dice Roth que es de Kafka, que lo había estudiado y enseñando durante un semestre en la universidad.
A Roth siempre le ha preocupado la confusión en que la gente cae. Concretamente, la confusión entre lo que él piensa y lo que afirman o hacen sus personajes. Le piden que formule una pregunta que nunca le hayan hecho y él responde que sería esta: “¿Todavía cree tal cosa? Y luego citan algo que no he dicho yo, sino uno de los personajes de mis libros”.
Más adelante aparece la cita que ha motivado, en realidad, que Langlois anote completa esta entrevista de Roth. Calla y copia:
Quien busque el pensamiento del escritor en las palabras y pensamientos de sus personajes está mirando en la dirección equivocada. Buscar los pensamientos de un escritor viola la riqueza de la mezcla que constituye la esencia misma de la novela.
Philip Roth
Por el contrario piensa que el pensamiento del novelista, no radica en las observaciones de sus personajes o siquiera en su introspección, sino en la situación que ha inventado para ellos, en la yuxtaposición de esos personajes y en las ramificaciones parecidas a la vida real del conjunto. Su densidad, su sustancialidad, su existencia vivida y plasmada en todos los detalles matizados constituyen su pensamiento metabolizado”.
La genialidad de un escritor, donde verdaderamente radica es en la elección de un aspecto de la realidad no explorado, o como dice Roth “previamente inexplorado”.
Por un lado, el pensamiento del escritor está encajado en todas partes en el curso de la acción de la novela. El pensamiento del escritor aparece invisible en el complejo patrón —en la constelación de cosas imaginadas— que constituye la arquitectura del libro: lo que Aristóteles llamaba sin más “la disposición de las partes”, la “cuestión del orden y el tamaño.
Philip Roth
Termina:
La novela es en sí misma su mundo mental. Un novelista no es un minúsculo engranaje en la enorme maquinaria del pensamiento humano. Es un minúsculo engranaje en la enorme maquinaria de la literatura imaginativa. Nada nás.
Philip Roth
Hasta aquí las notas y citas extraídas de las respuestas que da Roth en esta entrevista donde desentraña los resortes más alucinantes de su ficción y narrativa. Langlois quería almacenarlas aquí, para tenerlas siempre disponibles.