Charivari (1897) es el título del primer diario de Azorín. Después publicó Fragmentos de un diario, dice Alberca en La máscara o la vida (Pálido Fuego, 2017). Azorín, por contarse en estos diarios, sufrió amenazas. Contaba las miserias ajenas y propias, como años después escribiría Umbral: «El único ser vivo del que puedo ver las entrañas soy yo mismo». Por eso le amenazaban. Nada invento, porque es Langlois quien me lo revela: «¡Todo está en Memorias de un desmemoriado! Léelo y lo comprobarás!», me gritó.
Después hay más. Azorín vino a Madrid para alcanzar la fama porque decía que en provincias no se puede conquistar la fama. No obstante, revela que no sabe muy bien qué es eso, pero escribía:
Yo puedo asegurar que el fajo de cuartillas que emborronó todos los días, lo emborronó por conquistarla.
Azorín en Charivari.
Ni Langlois ni yo hemos conseguido localizar Charivari; agradeceremos cualquier pista o formato de documento portable.
