Psicología para no volverse loco es un libro escrito por Roberto Colom en Plataforma Actual. No recuerdo cómo descubrí a este catedrático de Psicología Diferencial de la Universidad Autónoma de Madrid, si fue vía Twitter o vía WordPress, donde, por cierto, mantiene y es editor de un magnífico blog sobre Psicología y Psiquiatría. No te lo pierdas: Roberto Colom, a secas.
Las entradas que escribe para su blog las dedica a revelar las soluciones y propuestas, así como las investigaciones y desmitificaciones en torno a la inteligencia humana y sus mitos. No obstante, hay una serie que espero todos los lunes. Se titula «Los lunes al sol». No hay entrada mala. Si fuese editor, no dudaría en proponerle un librito con ellas. Pero ni soy editor ni está ya entre mis objetivos existenciales.
Yo había venido aquí a hablar del libro de Roberto. Conociendo su blog y enterándome de que sacaba libro, no tardé en conseguirlo. Psicología para no volverse loco es un libro respuesta, que te quita de un sopapo, se dice por aquí, algunas neuras; y te aclara la vida: ¿Influye el divorcio en los niños de una familia? ¿Por qué algunas personas nos caen mal al conocerlas? ¿Por qué hago cosas que realmente no quiero hacer? ¿Por qué se siente vergüenza? ¿Nos está atontando internet? ¿Se puede dar un azote a un niño? ¿Cuáles son los problemas sexuales más frecuentes? ¿Puede llegar a interferir las fantasías con una vida sexual saludable?
Las respuestas a todas estas preguntas se caracterizan por su exacerbado y rotundo sentido común, sentido común psicológico. Y eso engancha. No hay remedios wokiwoki sentimentaloides, sino soluciones a problemas comunes y cotidianos, a obsesiones y pensamientos, que son resueltos sin ambages y sin melancolías sensibleras que dulcifican la realidad, pero la realidad siempre abofetea. Y resuena.
Entre los ejemplos que derrochan sentido común «psicológico» está esta pregunta sobre si se puede o no dar un azote a un niño. Lean:
«Sin embargo, conviene considerar que: a) el castigo físico y un azote a tiempo son dos conceptos sustancialmente diferentes y que b) el azote a tiempo puede ser necesario para determinados niños en ciertas circunstancias. Es decir, olvídate de las reglas generales. La cosa depende de cómo sea tu niño, así que aprende a conocerle».
Roberto Colom en Psicología para no volverse loco.
¿No les resulta maravilloso?
Por otra parte, en algún momento de tu vida, has podido preguntarte por qué haces cosas que realmente no querías hacer. Por ejemplo, por qué dejaste a un chico con el que ahora, después de un tiempo, te gustaría estar y disfrutar, y hasta cocinar con él. Colom responde a este tipo de cuestiones desde experiencia profesional como psicólogo y advierte sobre las nefastas consecuencias que tiene decidir en momentos de bajón vitales o bajo la influencia de estados de ánimo alterados. Date tiempo, sopesa, espera. Tiempo, tiempo, uno, dos, mil…
De este corte, cincuenta preguntas más. El libro acaba con un sugerente epílogo para que lo cuelgues en la puerta de tu nevera. En él se ofrecen más de cincuenta máximas y frases para repasar y ponderar durante el día. Entre ellas está la que afirma que un tratamiento psicológico es inútil para cambiar tu modo de ser. Apúntalo. Efectivamente. O te recuerda que lo que te motiva es lo que haces bien y lo que te desmotiva es lo que haces mal. ¿Existe algo con más sentido común que esto? O si eres padre, es otro ejemplo, te recuerda que a los niños les atraen sus colegas; y a sus padres solo los quieren. Y si tienes pareja, no te cortes, puedes susurrárselo: «los problemas sexuales suelen ser de dos o más, aunque sean multitud». Y así, hasta el final, porque el mundo, como dice Colom, es una cafetería. Elige sabiamente qué quieres comer.
De entre todas las máximas contenidas en el epílogo acabo con una que me llamó la atención porque siempre lo he pensado. De hecho, alimenta el espíritu del subtítulo de este blog: «Acepta que deberás estudiar durante toda tu vida».
El libro termina con una propuesta que no es descabellada: la necesidad de una asignatura como Psicología para nuestros institutos. Así lo defiende el autor. Hoy, más que nunca, nuestros centros educativos albergan demasiados adolescentes intoxicados por una visión sentimentalista y desenfocada de la realidad. No asumen, y por eso rechazan y aborrecen, toda actividad que les aleje de ese bienestar sensible y suponga un esfuerzo continuado en el tiempo. Si a este cóctel añadimos que desconocen sus limitaciones y sus virtudes, el fracaso, la angustia y el abandono aparecen, arrasan.
Psicología para no volverse loco, o lo que siempre quisiste saber sobre psicología y nunca te atreviste a preguntar.
Pobres 10 suicidas diarios en España, que tienen una visión sensiblera y desenfocada de la realidad. Pobres almas que nacen condenadas, al modo de Lutero, porque una terapia no puede cambiar su ser. Pero sobre todo pobres niños, a los que les pueden volver a llover hostias como panes en pos de la desintoxicación de sus visiones sentimentalistas.
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Peste woke. ¡Qué daño está haciendo, amigo! Sin asidero espiritual todo es zozobra. Opio, decían que era; madero salvador es, en cambio.
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Claro, si entro en mi propia esquizofrenia no hace falta que me la provoquen otros estímulos. Es un buen método, en realidad.
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Un curso de Psicología o de Inteligencia Emocional en la adolescencia sería positivo, para desarrollar el autoconocimiento y adquirir herramientas básicas como la asertividad, la confianza, la resiliencia…
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