Diario inusitado de un tipo en desuso, de Jesús Tíscar

Diario inusitado de un tipo en desuso, de Jesús Tíscar Jandra. Marli Brosgen, 2020.

Jesús Tíscar (Jaén, 1970) no tiene página en Wikipedia, pero nació en Jaén y es escritor desde que se destetó. Fue salir del regazo materno y empezar a ganar premios. Atesora el XXV Premio “Felipe Trigo” de Novela, el XV Certamen Literario “Villa de Colindres”, el XXXIII Premio de Narrativa “Antonio Porras”, el VI Certamen de Literatura “Miguel Artigas” y recientemente, obtuvo el XXI Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe con La japonesa calva. Y así hasta treinta premios más, pero no tiene página en Wikipedia.

Jesús Tíscar dice que se dedicó a escribir porque “pese a los recursos que tengo, lo talentoso que soy y lo bien que me manejo, tengo el problema de la iconoclastia, se me sale sola y termino cachondeándome de lo serio, aunque me dé de comer (pavo). Cuanto más serio, más cachondeo. Y claro, a los serios que se dedican a lo serio no les gustaba y me echaban. Así que opté por este oficio tan ridículo y estupendo de escribir historias”. Así se expresaba este tipo de Jaén cuando hace un par de años lo entrevistaba para “El quinto libro” Víctor Mirete.

Y así, de esta manera, encerrado y confinado, que parece lo mismo, pero no lo es, Jesús Tíscar nos escribió Diario inusitado de un tipo en desuso. Como subtítulo eligió “Alarma por peste”, entre otros motivos, y me los invento, para alinearlo con el Diario del año de la peste de Daniel Defoe; La peste, de Camus, La peste blanca, de Čapek o el novelón de Philip Roth titulado Némesis. Hay más novelas que versan sobre la peste y que fueron escritas durante una peste, pero no las he leído y ahora no me interesan. Estamos con Tíscar.

Diario inusitado de un tipo en desuso está publicado por una editorial jovencísima: Marli Brosgen. Sevillana, y no sé si de Triana. Tiene todos los derechos reservados, pero en las páginas de cortesía te advierten, acariciándote la mejilla: “si decides compartir cualquiera de los contenidos de este libro y lo haces por ‘amor al arte’, hazlo con total libertad, mientras cites la fuente”. Qué generosos. ¿Por qué? Quizá porque el diario fue escrito durante los sesenta y ocho primeros días de la pandemia en el muro de Facebook del autor. Allí dio vida a su Jesús Tíscar super alter ego, al personaje femenino y calambur Eva Luarte, su vecina “camarada de tetas”, con la que se quería casar y que se le quedó nada más verla “mirando muy seria, en silencio, mucho rato, tan seria y tan en silencio y durante tanto rato que la angustia me puso bruscamente derecho en el recostadero romano del tío Pilaro y me atacó el tic que me ataca cuando la tirantez se cuela en cualquier situación, consistente en un subibaja de cejas y, por ende, de gafas”. Su queridísima vecina, pues. Aparece entre las páginas el Pidarra, que no es más correveidile, mendigo y pordiosero porque no entrena. Le falta ser puto. Y no sé si al final, en la imaginación del autor, acabaría así, puto y celestino. Léete el libro y lo descubres. Por último, aparece el Bobas, que es en realidad, un follamigo de esos bipolar; bipolar, seguro. Todo follamigo es bipolar, en la realidad y en la ficción. Algún día me entretendré en demostrar esta hipótesis.

Si por algún motivo escribo estas letras es, sobre todo, para dejar impreso en algún sitio, aquí en esta web y en un folio impreso que guardaré en una carpetica cuando lo decida mi yo corrector, o censor, que el estilo que derrocha Tíscar en este texto es de tanta marca personal y literaria, que no sé qué hace todavía sin entrada en Wikipedia. La potencia léxica, las ilustraciones que dibuja con las palabras son tan reales que a veces se te acerca un personaje y hasta eres capaz de olerlo; las comparaciones, los neologismos, las virgueras onomatopeyas, la retrospección y la anticipación, su jerga y la de sus personajes, la vida efervescente y picarona que destilan sus escenas, con arabismos y gitanismos en boca de merdellones y barriobajeros tíos y tías, relajados y orgullosos de ser eso, los tíos y las tías de Tíscar. La mayoría, deseando entrar en una obra de teatro –porque Jesús Tíscar también escribe teatro.

Si hay algo que Jesús Tíscar demuestra en este Diario es la lucidez de su ficción. Una lucidez que se revela en cada intervención de sus personajes, una lucidez sita entre sus pensamientos y sus acciones, entre sus deseos y sus miserias. ¡Laírgen, cuánta miseria y roña destilan! Los personajes del diario son tan reales que hacen a Pascual Duarte un trampantojo moral.

Me he divertido leyendo este diario y me he entretenido mucho con las palabras que usa. El registro sigue deslumbrando, a pesar de ser el ¿quinto, sexto libro de Tíscar que leo? Y con la historia, por supuesto, porque es otra historia singular de la miseria humana, como tantas otras y misérrimas historias diarias con las que nos topamos, por ejemplo, en las escaleras de un edificio que parece una colmena. En aquellas escaleras de Buero, en aquella colmena de Cela. La imaginación y la invención son dos gemas que explota Tíscar párrafo a párrafo sin que nos harte.

Si quieres y pretendes quebrar tu rutina como lector, lee este diario. La realidad de la cuarentena se encarnó sin melindre en este Diario inusitado de un tipo en desuso.   

Bernardo Munuera Montero (Blumm)

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