Fundamentos de crítica literaria, de I. A. Richards. Buenos Aires, Editorial Huemul, 1976. Colección Temas Básicos. Traductor: Eduardo Sinnot.
«El juicio de la literatura es el resultado final de mucho esfuerzo.»
Longinos
El perro no es una especie defectuosa del gato, ni García Márquez lo es de Rulfo. Ni Richards de Croce, pero si algo me ha enseñado Fundamentos de crítica literaria es a desechar los instantes ajenos de éxtasis literarios que carecen de valor, y llamo instante extático al juicio emocional del crítico literario. Hay críticos que piensan que un perro es el resultado defectuoso de un gato y García Márquez una deformación de Rulfo. Solo saben utilizar su follaje verbal repleto de colorines, y sobre todo de emociones, para escribir una reseña vacua.
El libro de Richards pertenece a la corriente crítica del New Criticism. Él mismo es artífice y participante, cómo no. El New Criticism fundamenta el análisis de una obra literaria en la distinción entre qué de buena tiene y qué de valiosa. Se pregunta por qué valdría la pena leer tal o cual novela. Tú, ¿lees esa novela porque el crítico la ha puesto a tiro de emoción? ¿Por los clichés de solapa que utiliza en sus reseñas? ¿Por aquello del poder mágico y sintético, de las mejores palabras en el mejor orden, de la identidad de la forma y el contenido y de la expresión de impresiones? ¿Por esos motivos decides leer una novela? Richards te recomendaría que obviases el bluffeado dorado y dulce que elaboran muchos críticos y atendieses solo al «objeto literario».
Para resolver este dilema el New Criticism utilizará los mejores rudimentos del dispositivo verbal; además, con muchísima precisión. Si hay algo que caracteriza a esta corriente es la búsqueda de la precisión, de la objetividad. ¿No es, de hecho, una adaptación del formalismo ruso al americano y europeo? Por eso, lo primero que desecha Richards son los adornos de la obra literaria: la historia, la biografía o la sociología desvirtúan el análisis literario. Obviamos la biografía del autor, la historia y cómo no, nos olvidamos del universo sociológico que la enmarca. Nos preocuparemos exclusivamente de los efectos que producen en la psique del lector esos rasgos particularísimos de la novela, del objeto literario. Y hecha la raya, surgen dos campos de análisis: el de los aspectos que posee el objeto literario y el de las experiencias que obtenemos de él.
La experiencia es la que implica valor, dice Richards. Esto significa que una novela llegará a ser valiosa por sí misma. Distinguir este hecho es tan valioso como desechar, desde el primer momento, la falacia que se produce cuando proyectamos sobre la novela y cualquier objeto literario, nuestra subjetividad para atribuirle una cualidad. Esa novela es valiosa porque yo proyecto sobre ella la cualidad de valiosa y no al revés. En realidad, cuando desechamos esa falacia, enfocamos nuestra labor crítica en la valoración de la experiencia. Y esa experiencia ha de proceder de los aspectos menos superficiales de una obra. De esta manera se experimenta y capta el estado psíquico más relevante en la obra.
Fundamentos de crítica literaria fue escrita en 1928 y traducida al español en 1976. Con esta aclaración quiero advertir de un hecho que dificulta su lectura: el estilo y el lenguaje utilizado en la edición argentina de Huemul es academicista, retoricista y filosófico. Difícil, a secas.
Así pues, concibe Richards su sistema. De hecho, defiende la necesidad de establecerlo para evitar que el valor no se disipe. Un valor literario que se traduce en valor artístico es aquel, por ejemplo, que hace que un niño deje de jugar y un anciano abandone su lugar junto a la chimenea para emitir, tras la experiencia artística sufrida, un veredicto. Porque siempre es el crítico, con un sistema detrás, el que al final determina si «esto es bueno y esto otro malo».
Pero pongamos un simple ejemplo. El título que he elegido para esta reseña. En realidad, es el tropo de un maestro. Lean cómo presentaba Nabokov a Lolita, desmadejada sobre un asiento: «con las piernas abiertas como una estrella». ¿Qué experiencia después de la lectura queda impresionada en el lector? ¿Qué estado psíquico provoca ese tropo? Fruto de ese análisis resulta la experiencia que buscamos medir, analizar y criticar. A eso se dedica el New Criticism. Un análisis literario fundamentado en el conocimiento de la novela es condición indispensable para obtener los valores más grandes, estables e importantes de Lolita. Independientemente del año en que fue escrita, del año en que haya nacido su autor y de la generación literaria a la que pertenezca, incluso a la situación histórica que le ha tocado vivir.
Mientras espero el siguiente libro de Richards, Crítica práctica (Visor, 1991), cierro la reseña con la misma cita de Longinos con la que la abrí: «El juicio de la literatura es el resultado final de mucho esfuerzo». El juicio sobre una obra literaria importa. Y dicho juicio debiera ejercerse para implementar de manera progresiva una mejora en la selección de lo que uno lee y encontrar así, lo que más vale. ¿Por qué la experiencia de una novela es mejor que otra? ¿De qué manera debemos leer para percibir los fragmentos más valiosos de una obra literaria? Y una última, y apago la luz: ¿Por qué una opinión acerca de una novela no es tan buena como otra?
Leer por placer es un error, dice Richards. Leer por placer es como decir, después de resolver una ecuación, que la has resuelto por placer. Eso es absurdo.
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