Glosa 1: Glosare[1]
¿Qué es una anfibología?
Un vicio.
¿Eres capaz de descifrar el significado de anfibología a partir de este fragmento? ¡Yo!:
«Esa devoción lingüística de Inclán puede moverle a estructurar…»
¿En qué Inclán estás pensando? Yo.
Prosigue, anda. Tú.
Prosigo:
«Esa devoción lingüística de Inclán puede moverle a estructurar un cuento sobre el filo entre las dos acepciones de la misma palabra como sucede con la anfibológica “escatología”, que le permite acercarse a la figura de Arnau de Vilanova en tonos quevedianos como impredecibles”[2].
Estructurar = armar = construir = escribir. Equivalencias no anfibológicas.
Sobre Arnau Vilanova (un sabeóh), o Villanueva. Escatología. Inventar un cuento entre el primer significado de escatología y el segundo significado de escatología.
Significado primero: Tratado de cosas relacionadas con los excrementos. Conjunto de expresiones, comportamientos, imágenes, soeces por manifestar cosas relacionadas con los excrementos[3].
Significado segundo: Conjunto de creencias relativas a la vida de ultratumba o tratado de ellas[4].
¿Qué es, entonces, anfibología? Él.
Un vicio. Un vicio con el que inventar un cuento. Un cuento ambiguo. Los personajes se equivocan y juegan. Juegan mucho con los significados. Jugar. A la ambigüedad. Jugar a las cartas también es un vicio. Como el nepotismo. Otro vicio inveterado de la administración dice María. Del latín vitium, descuajar casi, quitar. Vino, ¿no? De desvariar por el vino tampoco. Hacer el juego de los triles con los significados, de eso se trata. El juego de los triles anfibológico con la escatología. ¡Qué mierda!
No, ¡qué jocoso!
Jocoso Quevedo. Quevedo lo complica todo. Quevedo y Valle-Inclán. No es Valle-Inclán. Es Inclán, a secas. Se lo monta entre dos significados. Se baja al callejón y es capaz de tirarse toda la tarde jugando con el balón entre las dos pareces que cercan el callejón. Y escribir un cuento, que es un callejón sin salida.

Me quiero leer su libro. Y yo, dadas las circunstancias… De Inclán (Jekyll&Jill, 2020). ¿Valle mucho? No, veintiuno con envío. Me lo quiero leer mucho. Quizás encuentre ahí el cuento que leí hace catorce años de dos a través de una pared de WC. Qué escatológico. Sí. Sin balón. En un cuento se puede jugar sin balón.
¿Qué, entonces, anfibología? Ahora elides, ¡cabrón!
No, juego. Es un juego, es un vicio, es un tono quevediano. Filo de cuchilla verbal. Para.
La puritas es la corrección gramatical de la lengua empleada. El orador o el literato, en su afán por elaborar un discurso bello, se ve en la necesidad de apartarse de la norma establecida, y, de este modo, puede incurrir en el barbarismo (palabra incorrecta) y el solecismo (construcción sintáctica viciosa).[5] Te lo he dicho: un vicio. Esto de Azaustre: 1997, 80. Por si.
Qué follón. Qué escatológico: «A los hechos les importan un mojón tus sentimientos». Ya.
Resquiescat, pues. Redobla mejor. Amén. In Puritas Bach. ¡Bárbaro!
- [1] 1ª, 2ª (usted) y 3ª persona del singular del futuro simple del subjutivo del verbo glosar, anagrama de logras.
- [2] Vicente Luis Mora en «Dadas las circunstancias». Diario de lecturas 26.04.2020: https://vicenteluismora.blogspot.com/2020/04/dadas-las-circunstancias.html
- [3] María Moliner
- [4] Y más: María Moliner
- [5] Además de barbarismo y solecismo, las dos categorías principales, a partir de la teoría de Donato (Ars maior, III, 6, 3) se contemplan también otros vitia subordinados a aquellas, entre los que destacan acyrologia (voz usada en acepción impropia), pleonasmo (vocablo superfluo), tautología (repetición inútil del mismo término o concepto), cacosyntheton (desorden sintáctico) y anfibología (ambigüedad semántica).