Voy a esperar hasta el 14 de abril para contemplar, como escribe hoy Pablo D’Ors en «El Cultural», sin reaccionar, sin secundar ninguna emoción, es decir, sin cólera, ni confusión o pesadumbre, si la reseña de mil y pico palabras que envié hace unos días a un medio que soporto se la leen.
Nunca he enviado reseñas a ningún medio de comunicación que no fuese local. Bueno, para ser sincero: nunca he enviado reseñas a ningún sitio. A los medios locales solo he enviado articulitos locales de opinión. Nunca me ha parecido necesario enviar nada a ningún sitio porque siempre he tenido blog y nunca he aspirado a nada en este mundillo. Pero después de escribir «Contra la quincallería de nuestro sistema educativo» me apetecía hacer un experimento y levantar un poquito el vuelo. A mi edad. Debido a que el libro reseñado trata sobre un tema que me importa muchísimo, he variado mi estrategia. Así que, desde el 8 al 14 de abril, esperaré una respuesta de la redacción a la que he enviado esa reseña. Si pulsan la opción <ESC>, que es la opción del silencio administrativo y de ¿este quién coño es?, el día 15 enviaré «Contra la quincallería» a un segundo y último medio. Y esperaré otros seis días. Si el 22 de abril tampoco obtengo una respuesta, que será lo tópico, el día 23 de abril publicaré la reseña aquí, en el blog. El año pasado aparecí con una revista y este, fíjense con qué aparezco, con una mísera reseña de 1289 palabras.
Hoy solo había entrado para escribir sobre esta espera. Porque ya me voy a Silos, que es Viernes Santo y mi silencio y mi retiro me importan. Porque este confinamiento, lo que de verdad parece, es un retiro que ofrece la oportunidad de transformar tu mierda emocional en un útil humor espiritual. Quizá fuese esa la finalidad de Covi. Y te estás enterando ahora.