En veinticuatro horas Esclaramundo ha salido dos veces de casa: la primera, a por pan. La segunda, a tirar la basura y a reciclar. Ha aprovechado para volver por el camino más largo. No ha cogido el ascensor y ha subido por las escaleras hasta el cuarto. Después ha bajado hasta su piso, el segundo, pero sin pensar que esto tendrá que repetirlo durante quince días. O más. Y se ha cansado de pensarlo así, sobre la cama, mientras se ponía el pijama.