En realidad un blog, un blog como este, sería un sitio perfecto para el pez plátano. Y me explico. En realidad este blog sería un lugar para construir una novela moderna, pero moderna moderna: a base de etiquetas, o hastags; a base de entradas, que no de papel y a base de puertas que se abren y puertas que se tiran. Sí, lo pienso. Es el medio perfecto para revolucionar la novela.
Pero como dice Cervera en Guía para redacción y el comentario de texto (que lo saqué de la biblioteca, pero que terminé pidiéndolo por diez euros en Iberlibro -el libro tiene jugo-) «un narrador cuenta, con mayor o menor entusiasmo, las peripecias por las que pasan unos personajes que viven en un ambiente y en medio de unas circunstancias espacio-temporales que van conformando su actuación y su existencia».
Su actuación y su existencia. Cuánto me ha entretenido siempre divagar, recrearme en la consistencia de un personaje, en la formación paulatina de un personaje a lo largo de una novela, de una historia. Cada día estoy más convencido de que este blog va en cuarta, pudiendo ir en quinta, o en sexta.
Ya, Esclaramundo. Ustedes piensan en Esclaramundo. Pero Esclaramundo un día es de su padre, otro de su madre y siempre de mi cabeza. Pero quiero echarlo para que se busque la vida. Ya ves si se la va a buscar…
Libera ya a Esclaramundo, quítale los grilletes a ver qué hace… En cuanto al narrador, existe un pequeño truco mental para mejorar su relación con el autor: imagina que es alguien que cuenta su historia en la mesa de un bar mientras tú te tomas un café en la barra.
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Releído. Gracias por la perspectiva narrativa
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