Los pimientos y otros cuentos indigestos, de Jesús Tíscar Jandra. Alpistes y Membretes autoediciones, 2019. Libro editado por el autor. Jesús Tíscar es XXI Premio de Novela Negra «Ciudad de Getafe». Quedé con Jesús el 27 de diciembre para tomar café, sobre las diez y pico en “La Colombiana”, sita en la Carrera de Jaén. Me invita a un café y me vende un libro. El libro es autoeditado, como hacen tantos escritores buenos, ponlo en Bing y verás, desde Galdós hasta Jesús Tíscar. O nuestro Baroja. Los escritores cuando comienzan y cuando les da la gana, se autoeditan sus libros. Al que escribe bien, al que sabe escribir literatura le sobran los refrendarios. Tú me entiendes. Además, ten en cuenta que «las palabras no comunican, recuerdan», y porque no comunican, se escriben y publican, sea como sea.
Este nuevo libro pretende el recuerdo de una prosa bien hecha, como engarzada a ganchillo, que brilla sobre todo por el léxico, que es castizo, bienbuscao, dialectal, castellano y sólido, como era el léxico de Cela, Umbral y Valle-Inclán. Temáticamente… ¡tienes que leer algún libro de Tíscar!
Trescientas palabras por página, trescientas gemas bailando en torno a lo que le gusta contar a Jesús: realismo trágico y sucio, realismo transgresor y desagradable, la miseria humana redimida. No exageraría si afirmase que Tíscar es un Fernando Arrabal de la prosa. Al igual que este, que configuró el teatro pánico, Jesús Tíscar escribe con esa y cierta capacidad, la de mezclar lo absurdo con lo cruel e irónico que la vida le ofrece.
Me quedo con estos de la colección. Apunta, Miguel: “El gran cuesco de la calle Mejorana”, “Mi primera regla (cuento infantil)”, “De la manera más tonta”, “Te contaré, Manuel” (que me recordó a escenas y memorias traídas desde Los girasoles ciegos), y el que da título a la colección, “Los pimientos”.
Todos sorprenden, e incluso afinan la realidad. Una realidad sin bisoñeces es lo que muestra Tíscar con los pimientos. La realidad sin anestesia se vuelve a comprometer entre estas páginas, todas premiadas en concursos literarios. Y tiene mérito, el mismo que tuvo Galdós, que como decía se autoeditaba, pero no su vecino. El mismo que tiene Tíscar, escritor y escritor premiado, articulista, pero no su vecino, el Esclaramundo. Quien sabe escribir y quien conoce los entresijos de una edición sin erratas ni faltas de ortografía, ¿para qué necesita a un editor del montón? ¿Por la distribución? ¿Solo por la distribución? ¿Por el renombre y la marca? Cada vez es más frecuente toparse con piezas autoeditadas de una calidad superior a lo que edita, por ejemplo, algún grupito editorial, que lo hacen con papel estraza, por cierto, y columnas de texto de seis palabras.
Así pues, si no te lo lees, te estás perdiendo la oportunidad de descubrir a un buen escritor, a un buen escritor de cuentos modernos y muy bien pulidos. Cuentos para que se los cuentes a tus sobrinillos –bueno, no, a tus sobrinillos no, que la lías—, sino a tus amigos. La realidad sin gazapos está entre estos relatos y estos pimientos, que pueden, para qué engañarte, indigestar tu apacible realidad y visión personal. De verdad. Ah, por cierto, puedes adquirirlos aquí, en su web.Terminé de leerlo el 31 de diciembre de 2019 a final de la mañana. Supuso el 57.º libro leído de 2019