Solo aquella que corre gravísimo peligro de pasar inadvertida es una verdadera novedad. Por eso Herodes, que alguna experiencia tiene del asunto, extiende diariamente a la totalidad del censo su orden de degüello. El instrumento de ejecución es el periódico.
Rafael Sánchez Ferlosio en Vendrán más años malos y nos harán más ciegos
El fracaso de las librerías está en el fracaso de sus mesas de novedades. Es como si te invitaran a una fiesta y siempre, pero siempre, siempre encontrases a las mismas personas, y si no a las mismas personas, a los familiares de esas personas con las que estuviste en el último convite. Es aburridísimo encontrarte títulos nuevos de editoriales viejas: las de siempre, a los de siempre. Subrayemos: el fracaso de una librería es el fracaso de su mesa de novedades.
Como lector te aburres. No ves caras nuevas en las fiestas de temporada. Siempre es lo mismo, siempre son las mismas. Piensas ahora que ese es uno de los motivos por los que uno, compras más libros en internet, dos, visitas más librerías de viejo (donde hay más savia nueva -tropo-) y tres, no serías nadie sin tu biblioteca pública a cincuenta y ciento cincuenta metros de casa. Sí, vivo a cincuenta metros de una biblioteca pública.
Si fuese librero sería pobre, eso también es verdad. Si fuese librero mi librería haría circular por la mesa de novedades las novedades de todas las editoriales de España. No solo las novedades de las viejas editoriales. Todas las novedades editoriales tendrían las mismas oportunidades de encontrarse con los ojos de los lectores que visitasen mi librería. Les expondrían a continuos tropos y por eso mi librería se llamaría Soporto Tropos. Su misma supervivencia sería un verdadero tropo.
Pero hoy, regresemos a la realidad, me he pasado la tarde en el taller cambiándole las ruedas delanteras al coche. Y allí, he dado fin a dos libros que tenía empezados. Para mí, dos novedades con las que me he divertido muchísimo. Bueno, también he conseguido puntos en el entrenamiento con Lichess.