Ayer tuiteé una cita de Trapiello que extraje de las páginas penúltimas de El gato encerrado, pero no la tuiteé entera porque no cabía. La cita completa decía así:
“Yo creo que es imposible vivir, en el sentido que entiende la gente vivir, y escribir la obra de Balzac o de Dickens o de Galdós. Vivir y escribir mil páginas al año no parece nada compatible. O vives o escribes. O escribes o lees. Hay que escoger. De modo que la vida de un escritor sucede siempre entre cuatro paredes. Lo demás son restos envenenados del romanticismo”.
Andrés Trapiello en El gato encerrado
Esta cita me recordó inmediatamente a otra de Roth que leí hace un tiempo en ¿Por qué escribir? Pero no la he encontrado. En cambio, sí he releído dos, de las cuales, me quedo con la que transcribo a continuación. La intertextualidad era esto:
“Todos tenemos un trabajo difícil. Cualquier trabajo de verdad es difícil. Mi trabajo además era irrealizable, o eso me pareció. Una mañana tras otra a lo largo de cincuenta años, me enfrentaba a la página siguiente indefenso y sin preparación. Para mí escribir era una hazaña de supervivencia. La obstinación, y no el talento, me salvaron. También he tenido la suerte de que la felicidad no me importase y de no tener compasión conmigo mismo. Aunque ignoro por qué me cayó encima esa tarea. Tal vez escribir me protegiera de una amenaza aún mayor. ¿Ahora? Ahora soy un pájaro que se me ha escapado de la jaula en lugar de (por darle la vuelta al famoso dicho de Kafka) un pájaro en busca de una jaula. El horror de estar encerrado ha perdido la gracia. Ahora es ciertamente un gran alivio, algo parecido a una experiencia sublime, no tener que preocuparme más que de la muerte”.
Philip Roth en ¿Por qué escribir?