Devaluación continua, de Andreu Navarra, denuncia la situación de la enseñanza que soportan demasiados profesores en España. Sobre todo en los centros públicos. De hecho, y no hace falta ir muy lejos porque lo escucho todos los días, hay profesores que se plantean por qué no se pone encima de la mesa, de una vez por todas, la no obligatoriedad de la enseñanza para aquellos alumnos que no quieren ni pretenden hacer nada en el aula. Asisten a clase porque la ley les obliga, pero no hacen nada. Nada de nada. Por mucho que insistas, les hables, les digas, les pongas partes. Nada. Y así día tras día hasta que cumplen 16 años, que se van y no regresan. Algunos de estos alumnos se mantienen en silencio, soportan, pero otros impiden que la clase se desarrolle con normalidad e injustamente impiden que se desarrolle con la normalidad que necesitamos para impartir clases a los que sí queremos aprender; y enseñar. ¿Por qué no nos ocupamos de estos? ¿Por qué derrochamos tantas energías y recursos en alumnos que necesitan otros medios, otras aulas, otras actividades distintas a las que ofrece la Secundaria? No lo sé. A mí me importa la Lengua Castellana y Literatura. Lo doy todo por ella y por los alumnos que sí quieren aprender, aunque muestren otro disfraz. Y remedios otorgo para que nadie se pierda, pero hay quien no quiere, vacila, se descuelga. Se excluye, se autoexcluye. Adiós.
