La mayoría de los títulos son jugosos grupos nominales, pero hoy había abierto la aplicación de WordPress, mientras miro de reojo cómo Vettel ha reventado un palier o un trapecio de la suspensión del coche, para escribir sobre el diario de Trapiello.
A Trapiello lo imagino disponiéndolo todo sobre la página en blanco antes de escribir. Así, uno detrás de otro, me lo imagino repartiendo por la página todo. Los diarios de Trapiello son realistas, muy bien escritos y rebosantes de anécdotas, como esa donde cuenta que encontró la primera edición de Boscán y Garcilaso en una mansión inglesa en un pueblo de ochenta mil habitantes, Bath, creo que se llamaba. Y claro, eso lo subrayo.
Ahora que he escrito “subrayo” tengo que afirmar que ninguno de los subrayados con lápiz que he hecho sobre las páginas de algunos de mis libros ha sido borrado nunca, es decir, que continuarán subrayados hasta que muera. Por ese motivo y sin pensar en la posteridad, he comenzado a subrayar y anotar las páginas de los libros que son de mi propiedad con el primer instrumento de escritura que encuentre y tenga a mano. Ya, iconoclasta.