Twitter se inventó para sembrar rencillas y malentendidos. Como WhatsApp, que es un sitio donde no hay posibilidad de imaginar implicaturas, casi todo se malentiende. He llegado a la conclusión de que, por escrito, solo puedes exponer tu opinión, pero nunca rebatir la opinión que formula sobre ti otro, porque desde la Pragmática más pura, desde la disciplina de la Pragmática lingüística, puedes construir cientos de laberintos que podrían dar respuesta al ataque que sobre ti hace una persona.
Es lo peor. Lo peor es que te atribuyan y te endosen juicios, clichés sobre tu persona basándose en la respuesta en forma de tuit. Tú opinas y yo respondo a lo que para mí, era un cliché, un topicazo más. Un topicazo que se desmontaba con la aplicación del sentido crítico, con la aplicación del más puro escepticismo.
Twitter es un WhatsApp interestelar, y yo, que puedo interpretar tu mensaje escrito con las implicaturas que me dé la gana, te equivocarás cuando me respondas porque tú, interpretarás el mensaje con tus implicaturas, tus herencias, y quizá, tu falta de juicio crítico, o desde tu ideología que, por supuesto, es distinta de la mía, que es, en definitiva, un punto de vista que define cómo has de vivir la vida, es decir, mi vida. Tú, desde luego, vive como te dé la gana, pero sopesa las consecuencias porque es una ley más que comprobada, es casi ley natural: toda decisión ejecutada trae una consecuencia. Y así, hasta que te mueras.