Hoy, como hace algunos días, estás seco. Seco de ideas, seco de prosa, seco, en definitiva. Elucubras un proyecto que vuele más alto, un poco más alto que estas entradas sinuosas. Después de casi cien páginas en Word (a falta de copiar algunos tropos desperdigados por ahí), te lo planteas. Un proyecto con más pilares, o raíces, o llámalo como quieras, pero un proyecto inventado, de tipo que fantasea. Un proyecto de ficción sin miramientos. Lees o sabes de las primeras obras de tipos que nunca escribieron, pero que se tiraron, con más o menos agua, a la piscina de ficción. Ademas, lo necesitas. Lo necesitas mucho. Demasiado. Tanto. O tantísimo. Quiero, luego puedo. Pienso, luego escribo. Sí, ¿por qué no?
Fotografía desde la terraza de la casa de mis padres, el viernes 11 de octubre de 2019. Los pilares son espectaculares. El sostén de todo ha de ser pilar. Y será.