Has escrito la palabra “claudiques” y te ha extrañado la letra “q” ahí, extraña. Has abierto el editor de WordPress desde el móvil para actualizar los tropos que te debías. “No claudiques”, te repites, en realidad te lo gritas y lo profieres y sabes que no vas a claudicar. Es tal la certeza de eso como que mañana es domingo. Te has comido dos días, pero te has comido dos días sin escribir porque a esos días no se les han desprendido ni cinco minutos. Ni cinco minutos. Y es cierto. No claudiques. Por esa “q”, ¡claro que no voy a claudicar!