Al poco tiempo de empezar a escribir este tropo piensas en la repugnancia que te produce quien, como si nada y como si nada, te restriega, con una cerveza en la mano, lo primero que le chorrea a su cerebro. “¿Sabes cuánto tiempo he pasado en Instagram esta semana? Treinta y cuatro horas. ¿Sabes cuánto en Twitter? Veintitrés”. A lo que respondes, con cierto asco moral, “¿sabes cuántos libros pudiste leer en esta semana? Siete, a siete horas cada uno”. Te han secuestrado, le digo. Han secuestrado tu tiempo. Se hundirán las editoriales que frecuentabas, las librerías donde comprabas y el seso que solías cuidar se convertirá en arenisca. Estás en grave peligro. Alguien se ha propuesto que dejes de pensar, pero sobre todo, que dejes de ser quien eres. Abandona Twitter e Instagram hasta nueva ola. Por lo menos en agosto, haz el favor, por favor. Él pide otra cerveza. Tú te vas.
