Tropo 74: La conquista de la atención

Llevo dos días soñando con un libro que me leí en una tarde. Sería fácil identificarlo, puesto que he escrito “me lo leí en una tarde”, pero me he leído tantos libros en una tarde… Recuerdo, incluso, un día de verano, tendría unos catorce o quince años, que me encerré en mi cuarto después de comer y no salí hasta que acabé un libro de ediciones B. Creo que se llamaba así aquella editorial. Eran ese tipo de libros con la portada marrón, como el de Sandokan que aparece en la imagen que encabeza este tropo. Recuerdo que estuve hasta la hora de la cena encerrado en mi habitación porque tenía casi trescientas páginas. Tumbado en la cama.

Hoy he leído, en un libro de 1968 de Gloria Toranzo, que “el conocimiento previo, más o menos vago, más o menos verdadero, garantizaba la conquista de la atención”. Decía que “el público debe conocer, en cierto modo, la realidad de la que vamos a informarle”. Y escribía esto porque aseguraba que de otra manera era imposible que el público mostrase interés en lo que decías o escribías. Esta, en un principio afirmación, y después demostración, venía precedida por el siguiente gráfico:

Las cosas, el ego y el alter relacionados. Fuente: El estilo y sus secretos, de Gloria Toranzo

Habrás intuido, o resuelto que la solución correcta para generar interés en tu público es la B. En ella, Ego Istandez conoce las cosas, o sabe de qué va a hablar y escribir, y Alter Fernández también tiene contacto con ellas, vago o verdadero; tiene su visión, tiene idea e incluso tiene una opinión formada.

Pues bien, esto tan sencillo y tan, parece que ingenuo, es lo que de vez en cuando echas de menos en algunos libros y en algunos artículos. Claro, hay que partir del nivel de conocimientos de quien lee, pero no es del todo así. La falta de conexión, la no ligazón, la imposible ligazón entre lo que cuentan y lo que pueden llegar a entender los lectores o asistentes en ocasiones es nula. Es imposible conectar.

Este ha sido el motivo que me ha llevado a empezar el tropo de hoy con esa frase, que me sobrevino ayer después de la siesta mientras me lavaba dientes. No recordé todos los detalles del sueño -porque yo sueño en mis siestas de 17’, qué se creían-, pero sé cuál era el libro, aunque escribir su título en esta línea es ahora lo menos importante. Lo importante es que en algún momento de tu vida te haya sucedido esto: que hayas empezado y hayas acabado un libro en una tarde. El fin era conectar con la experiencia común entre Alter y Ego. Si tú, Alter, no lo has experimentado, y has llegado hasta aquí, deja que Ego te recomiende el último libro que se leyó en una tarde: Memoria de doce escritores, de Rafael Penagos, Agualarga, 1999.

Vínculos al tropo: Quedan disponibles a fecha de hoy en las librerías asociadas en Iberlibro cinco ejemplares de Memoria de doce escritores. Por si te planeas la tarde con un libro.

*Si te ha gustado lo que has leído, compártelo; yo lo haré solo una vez porque con haberlo escrito me basta. Eso sí, muchas gracias por el gesto y cómo no, por la lectura.

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