Existe Twitter, esa “explosión violenta del tópico encerrado”. El tuit que sale a la luz. El tuitdiscurso que se publica en el tablón de la pantalla del móvil de otro usuario. Un usuario que desconoces, pero al que le desvelas cómo de largas llevas las uñas. No te cortes; es mejor publicar el tuit que obstruir su salida. Con todas tus tallas. Insistes y te aseguras de que nada pueda obstruir su salida. Lo revisas todo antes de abrir al máximo la llave del sifón. Evitarás de este modo la revolución, el motín, la guerra. Entenderás aquellas palabras de Camba en su artículo “El discurso de Orbaneja” (Recuerden el tropo: Miguel Primo de Ribera y Orbaneja«): “Todas las revoluciones han sido promovidas por hombres a los que no se les ha dejado colocar sus discursos”; y apostillas, sus tuitdiscursos. Gracias, Twitter.
