Tropo 49: Las gordas

Día, domingo, te levantas y te preguntas qué libro terminaste el viernes en la biblioteca: Nosotros H, de Ignacio Ferrando. Recuerdas que te lo llevaste para hacerlo así: leer, leer, anotar el fragmento de la gorda, leer y leer. Las ocho y pico de la tarde cuando lo entregas, bueno, lo devuelves -aunque suene a regúrgito– después de anotar en GoodReads: “Original, pero árido; y sí, escrito por un ingeniero. Léxico entrópico, que termina centrifugando tu imaginación. Raro. Distopía ingeniosa, pero insisto: árida”. Y sí, es domingo y recuerdas la coincidencia que te estalló delante de tus ojos porque casi de manera simultánea, leías por la mañana el pasaje de la gorda en El hombre que compró un automóvil de Wenceslao Fernández Flórez en la biblioteca de la Escuela de Arte y por la tarde el otro, el otro pasaje de la gorda en Nosotros H; y el miércoles, en el aula, les leías el pasaje de la gorda de Aldonza Lorenzo en el Quijote. Y todo en una semana, la semana gorda sin ser gorda ni nada, pero la literatura siempre manda y me abre los caminos del entendimiento, a lo grande, o a lo gordo. Que si nudo después, vale. Así el tropo de ayer, el 48. Léelo. Son tres pasajes referidos a chicas con tejo, es decir, gordas. Te lo enlazo y así picas: Tropo 48.

Después llega la ingenuidad de Wenceslao Fernández Flórez con la obrita del coche. Anoté por ahí: esta obra no la hubiese publicado hoy nadie, ni Amazon. Pero en 1932 sí. Parece mentira que saliese de la pluma del autor de El bosque animado, pero es del treinta y dos y hacia esos años había que estar en sintonía con los Álvarez Quintero, el Mihura y don Jardiel, el inverosímil. Había un flojeo en esa época…

Día, domingo, en el que me he prometido también, antes de tomarme el café de las seis, que acabaría con todos los cuadernos A4 que tengo en casa sin estrenar: dos. Y el reto consiste en que, si lo consigo, si consigo completar de letras y pensamientos, tormentas, tormentas de ideas y proyectos de papel esos dos cuadernos, me hago con un tercero, que es un artilugio con el que quiero experimentar: la Filofax 115022, o cuaderno de anillas A4 reutilizable. Para alcanzar el objetivo no puedo más que escribir y escribir y escribir hasta descargar todas las tormentas interiores que almaceno. No abandono el cuaderno Bullet Journal, no se pongan nerviosos, puesto que es un cuaderno destinado a la organización personal y profesional. Pero necesito experimentar con esa Filofax. Me gustaría normalizar, de una vez por todas, los frutos de mi estudio. Y los frutos de mi estudio son dos: esquemas y notas que destilo sobre mi materia favorita: la Lengua Castellana y Literatura. Y decides hoy, día, domingo, que como durante el próximo curso vas a tener que estudiar todos los días, que qué mejor idea que tener la herramienta trabajada, estudiada e instagrameada con el fin de tenerla gorda y preparada para el universo. Si quieres, te la presento y te la enseño con un enlace afiliado de Amazon. Mira, rechincha: enlace afiliado a la que será mi gorda Filofax.

*Demás tropos*

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