Él ya no necesitará programar un viaje a China. Le ha escrito Lolita advirtiéndole de la contaminación que le impediría, si se lo propusiese, ver el cielo. Tampoco las estrellas. China es, desde hoy, como una pecera. Es decir, un sitio donde no puedes otear, ni ver más allá de. Por otro lado, Lolita trataba de convencerle de que si bien no podía ver el cielo, sí podría disfrutar de la calma para evadirse del ruido y escribirle. Si prescindimos de la postal, suprimimos el cielo y quitamos la contaminación, lo más importante es que ni la muralla China ha impedido que Lolita se haya acordado en China de su hermano. Después ha escrito, o ha cursado un simple acto de amor más en su vida: escribirle una postal. Por ese motivo, querida Lolita -soy el narrador que hoy ha contratado tu hermano-, él te envía un beso desde donde permanece: en Jaén y atado a su Olivetti Lettera 32 escribiendo este tropo para ti. Dice que las cuentas se ajustan, y que sin murallas, con el cielo azul de Andalucía y dos soles todo es posible.
