El brócoli es bociógeno, pero con aceite de oliva, sal y pan integral, constituye una cena sana, aunque hay que comer de todo de manera equilibrada. Puede que ahora te hayas planteado la duda de si el último “aunque” que he utilizado es adversativo o concesivo, pero mira, te voy a dar un truco rápido. Si el “aunque” lo puedes sustituir por “pero” es adversativo y si puedes sustituirlo por “a pesar de que” es concesivo. Por tanto, ahora, después de corregir sesenta exámenes de sintaxis puedo afirmar que han surgido nuevas especies de oraciones, por ejemplo, las coordinadas adverbiales, o las subordinadas copulativas, o esas chulas chulas denominadas subordinadas disyuntivas y que la sangre me borbote de no sé dónde cuando vuelva a ver, por enésima vez suelo decir, un verbo atributivo y ¡su complemente directo! Pero yo lo que digo es que, si a la gente le cambias un perro por un gato se da cuenta, ¿verdad? ¿Por qué a un número elevado de alumnos le cambias el “soy” o el “es” por un fue o parecer y no reconocen un atributo y sí un complemento directo? Yo no sé si soy bueno o malo explicando, la verdad. A mí lo que me gusta mucho es lo que hago, y para hacer que a alumnos que no han hecho un examen en su vida de sintaxis les haya gustado el pasatiempo de presentarme 50 oraciones -algunos me confiesan que se llevaban las frases al baño-, no está nada mal, a pesar de que -concesivo- la sintaxis en sus vidas les sirva para, para, venga, atrévete a introducir una subordinada adverbial de finalidad, bueno, miento, una construcción final, según la NGLE. Lo que sí sé, lo que tengo clarísimo para el año que viene si imparto en 2.º de bachillerato -me encantaría- es que la sintaxis la explicaré con toda la terminología nueva, la moderna, la que inauguraron hace diez años. Mientras tanto, y gracias a Dios, ya tengo seleccionados los dos textos del examen final, que será un simulacro de Selectividad: uno de Ricardo F. Colmenero; el otro de don Pío, que me fascina.
