Mientras se dan premios pomposos por doquier, merece la pena seguir leyendo en busca de los auténticos escritores, como Rachel Cusk, cuya novela Prestigio es un hito de la autoficción.
Así empieza Alberto Olmos su artículo de hoy «Por qué todos los premios literarios son ridículos’.
Sigo a Alberto Olmos desde hace muchísimo tiempo, desde la época en que tuve mi primera BlackBerry, una Pearl. E indico este dato porque recuerdo que me iba a un bar a tomar el primer café de la mañana antes de trabajar. Allí me apostaba en la barra y Google Reader en la Blackberry ofrecía lo demás. Alberto publicaba en este tiempo una serie de entradas en Hikikomori, su blog. La serie de los ceros y los unos, una colección de entradas encantadoras y muy bien escritas que versaban sobre mil asuntos, desde las canciones que escuchaba en su iPod hasta no sé, menudencias del día a día. Recuerdo una entrada divertidísima donde escribía sobre una bufanda ¿roja? que le habían regalado por su cumpleaños. Vaya pieza tan entrañable. ¡Cuánta risa!
Hoy quería escribir la entrada para fijar la referencia que da Alberto en su artículo: Prestigio, de Rachel Cusk (Libros del Asteroide, 2017). Y sí, también ha quedado registrado en mi Bullet Journal.
*Nota: La BlackBerry Pearl se lanzó en 2006. Como la esperaba me hice muy pronto con ella. Es decir, puedo asegurar que descubrí a Alberto Olmos hace doce años. Ni el carbono 14 fecharía tan bien una descubrimiento digital.
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