Este texto forma parte del conjunto de ejercicios propuestos por Brian Kiteley en La epifania de las 3 A:M, Pálido Fuego, 2018. La tarea a la que me someto está explicada en la primera entrada de la serie, «A mi jeringuilla». El resto de los ejercicios escritos por el autor quedarán archivados en la categoría de este blog «La epifanía de las 3 A:M».

Título: Relato de la Gran Madre.
Mensaje: Adaptación del Relato del Gran Inquisidor a los tiempos que corren, tornando los papeles (o quizás no). La narradora, Madre, echa de casa a Hija, al menos en su mente, en su espíritu, porque no es capaz de aceptar su suavonería y chabacanería. No obstante, la une a ella el pegamento irracional: el amor. Es también incapaz de llevar a cabo la expulsión física de Hija, y en su alma, como se entreve en el tono de esta corriente de conciencia en imperativo, hay una lucha entre la definitiva estabilidad y el bienestar que supondría su expulsión real y la voluntad de aceptar la vida perra que lleva Hija a pesar de todo el sufrimiento que ha acarreado y el que traerá, por el simple y llano hecho de amarla. De nuevo con la oposición al relato de 40 F. M. Dostoievski, no se deja salir a Hija, sino que se puede suponer que acabará quedándose, como tantos y tantos hijos a la edad de 27, como tantos y tantos españoles en España, como tantos y tantos escritores en la novela.
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Este sí creo que lo has clavado al cien por cien. No he leído la lección del libro (va después del enunciado) porque quiero hacerlo antes (creo que es el modo más efectivo), pero me ha encantado la forma en general de abordarlo.
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