¿Por qué se escribe un diario íntimo?, se preguntaba Umbral en este pasaje y se respondía:
«No por vanidad, ya, a estas alturas y en mi caso, ni por egocentrismo, ni por vedetismo, sino por buscar la sencillez última, por huir de ese artificio que en último extremo suponen todos los géneros literarios. No quiere uno que entre el lector y él haya trucos de novela, efectos de poema, trampas del oficio, y se apela al diario íntimo […] Lo que pasa luego […] es que no somos capaces ya de sencillez, de elementalidad. […] y resulta que el diario íntimo se llena de lirismos, de lucimientos, de improvisaciones muy preparadas, o bien, si se opta por el prosaísmo más directo, cae uno en la cuenta del mercado, de la anotación banal, esquemática, doméstica y monótona».
Tras de lo cual viene esta aclaración, que es decisiva:
«Así las cosas, tengo que resignarme a hacer literatura en mi diario íntimo, y a que vaya resultando un poco el poema en prosa de unos graves meses de mi vida, o la novela de un mal novelista.»
Fragmentos extraídos de la Introducción de Miguel García-Posada en la edición de Cátedra de Mortal y rosa.

Hay muchas razones… Pero me gusta esa de Umbral… como la de querer escribir, al menos por un rato, como si no se escribiera, como si no se hiciera literatura. Para descubrir que, como no se puede saltar de la propia sombra, también es muy difícil escribir sin escribir, es decir, sin buscar cierta condición de lo sublime.
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