«Estar dispuesto a morir por alguien que nunca hemos visto, cuya voz nunca hemos oído, eso es todo el cristianismo.» Julien Green.
La cita tiene más miga que la barra de pan de Pulgarcito. Pero tranquilícense, ni voy a escribir de cristianismo ni sobre qué cura el alma. Si tienen dudas de fe acudan a las fuentes: fuentes, más fuentes, las fuentes; que si un catecismo por aquí y un Nuevo Testamento por allá, un párroco con tiempo y dispuesto y una misa en las Bernardas, en fin, lo de siempre, y aquello que cantaban de que el vicio de una persona viciosa no vicia al novicio. Tampoco olviden comprar las magdalenas del convento; están muy buenas.Después, con la bolsita de madalenas en la mano, paseen por la Alameda, que estará limpia; no saben lo que sudan los trabajadores del Excelentísimo Ayuntamiento de Jaén para tenerla preparada, a primera hora de la mañana, para el orín de sus mascotas. Jaén se merece una Alameda así.
Pero hoy quería hablar del protagonista del libro que estoy leyendo…
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