3.2. ¿Qué hace en realidad un antropólogo que trabaja para una empresa? Proveemos percepción cultural. ¿Y qué significa eso? Significa que desbaratamos la fibra de una cultura (la nuestra), su trama y urdimbre —las situaciones que genera, las creencias que la apuntalan y nutren—, y hacemos partícipe al cliente de cómo puede conseguir una mejor adherencia sobre esa fibra para así poder introducir él su propio y fino hilo de seda en dicho género, bordarlo estratégicamente o adornarlo con una mini-narrativa (una manera enrevesada de decir: vender su producto). Los etnógrafos hacen investigación de campo, crean fotomontajes de momentos singulares captados en una calle o un café; o trabajan con muestras de ciudadanos —adolescentes, oficinistas, madres— para producir vídeos-diarios de éstos, resumiendo sus rutinas cotidianas a nivel íntimo, confiando a la cámara los deseos, emociones, aspiraciones y demás que los frecuentan mientras vacían un lavaplatos, se atan los cordones de las zapatillas o sorben espuma a través de esa pequeña hendidura que hay en las tapas de los vasos de café. Se trata de identificar y sondear comportamientos granulares, mecánicos, extrapolando de una porción de muestra un conjunto de esquemas, a la medida de cada informe; esquemas que, tomados como un todo y contrastados con los hallazgos de estudios más «objetivos» o empíricos (análisis cuantitativos, modelos econométricos y similares), ponen al descubierto algún tipo de lógica social interna que pueda ser empleada, puesta en uso. En esencia no dista mucho de lo que los adivinos, o quienes practicaban la ictiomancia, hacían en la antigüedad: hombres cubiertos de pieles de lobo que se trasladaban de un asentamiento a otro de la edad de piedra y abrían peces para extraer sabiduría de sus entrañas. Con la diferencia, claro está, de que los adivinos eran unos farsantes.
Tom McCarthy en Satin Island (Pálido Fuego, 2016) en las páginas 33-34 y 149.
Solo he leído dos referencias de la novela. Una, antes de comprarla y leerla. Otra, hace diez minutos: Satin Island, por Rodrigo Fresán. Apréndanselo de memoria. La primera también la escribió Rodrigo.
Hoy he escrito «necesidad de barruntar nuevo y magnífico blog». Pero todo es reversible, como la palabra. Y nadie mejor que Tom McCarthy para expresar —¡y con una novela!— lo que concibo como pura literatura. Para este siglo. «Cuando veo hilos en los libros me emociono», escribí el 4 de abril además de «creo que mi blog necesita otro blog».
¿Para qué se afeita / la mujer casada? / ¿Para qué se afeita?
Fray Luis de León.
Fin. 00:31 h del lunes dieciocho de abril de 2016. Suena Bach.