La gloriosa novela de Wenceslao Fernández Flórez

IMG_20160227_230920HOY HE LEÍDO otro original que me ha gustado. De pe a pa. Llevo algunos domingos —solo leo originales los domingos— muy divertidos. Y ahora, con nieve fuera, no pega hacer otra cosa que tirar café, sentarte en la mesa camilla y leer todos los originales habidos y por haber y por cuya lectura cobro, por supuesto que cobro. ¿Cómo si no, iba a seguir comprando libros?

Pero la entrada de hoy la escribo para recomendar un libro que descubrí gracias a un amigo. Mi amigo se llama Cotidiano Sémper. Sí, así es como firma los manuscritos que envía a los premios literarios. Cotidiano Sémper está estudiando. Cotidiano Sémper está preparando con mucha fe las oposiciones a secundaria de la especialidad de Lengua y Literatura. Tiene algunos años menos que yo y ahora, a los cuarenta y pocos, se ha puesto a estudiar oposiciones. Él es libre. Él, que es un tío de libros, es muy libre de preparar lo que le dé la gana. Pero aquí, entre tú y yo: esas oposiciones están preparadas para profesores interinos. Yo no le quito las ganas y más si con su estudio y revisión de los temas y la bibliografía me nutre de referencias bibliográficas interesantes. La última, esta: El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flórez.

De Fernández Flórez había escuchado algo. Ese «algo» es tan impreciso y tan vago que me da vergüenza escribirlo pero lo dejo ahí. Cotidiano me dijo que había empezado el tema 66 y el tema 66 se titula: Nuevos modelos narrativos en España a partir de 1940. Yo le he dicho, y le he sugerido que, si le sale el tema, no olvide incluir a Fernández Mallo y a Vila-Matas. Que cite de refilón a Álvaro Colomer, por ejemplo, y la prosa personalísima de Luis Rodríguez; que hable de Pablo Gutiérrez, por supuesto; su última novela es de cita obligada con la que está cayendo. Y que si le da tiempo, si va justo, que lo deje, que señale el estilo de A bordo del naufragio, de Olmos. Le he dicho que si los deja caer, se lleva la plaza. Que si antes de la conclusión del tema, los cita con seguridad y desparpajo, se lleva la plaza fijo. Ojalá le caiga ese tema. Me alegraría por él. Me invitaría a su biblioteca con más asiduidad. Es una biblioteca golosa la de Cotidiano; no existe el tiempo en ella.

Pues decía que Cotidiano en ese tema leyó —y me lo leyó literalmente—: Es tal el grado de beligerancia política que se da en España tras la llegada de la paz que sólo quedarán dos caminos a los escritores de la época. Por un lado, unirse al coro magnificando a los vencedores y despreciando a los vencidos, o relacionando de cualquier otra forma cultura y propaganda. En el otro lado, las voces que intentan mostrar la España real deberán disfrazarse para burlar la intolerancia del régimen por medio del humor como Wenceslao Fernández Flórez con El bosque animado (1943) o el tratamiento simbólico. Solo esa parte de los autores dejará entrever la España real, aunque velándola de alguna manera.

Y a mí me impresionó este párrafo cuando Cotidiano me lo leyó en la cafetería Antigua, de Jaén. Después lo leí más despacio, y hojeé otras partes del tema lo que motivó mi creciente y reciente interés por este autor.

Así que, ya en casa, empecé a investigar sobre Wences. Y hasta di con un artículo de Juan Manuel de Prada en san ABC en el que se podían leer afirmaciones como la gloriosa novela de Wenceslao Fernández Flórez, y que a él, en su colegio, en vez de obligarle a leer Tiempo de silencio le obligaron a leer El bosque animado y que no sabe —dice— cómo agradecerle a las monjas tal elección. En este momento tomé nota de verdad del título y escribí en mi cuaderno: «Juan Manuel de Prada me sugiere que lea El bosque animado». Y ya estoy leyéndolo. Y ya lo estoy recomendando. Es más, después de empezarlo (encontré un ejemplar en la biblioteca de la universidad) decidí comprarlo en la librería Mimo, que lo tenían a cinco euros y que mis inversiones son así de sencillas y así de alegres. Cinco euros por un libro del que sé, de antemano, que me proporcionará el suficiente placer estético y literario como para recomendarlo a quien pida literatura.

Y qué más decir, para qué más recomendar.

Juan Manuel seguía así hablando del librito. Hago una captura de pantalla. Si pinchas sobre la imagen te llevo a él. No te enfades con Juan Manuel si eres rojo o progre. Eso da igual. Yo solo quiero que te fijes en la literatura que destila El bosque animado.

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Juan Manuel de Prada sigue escribiendo más adelante que lloró cuando leyó el último relato donde el cojito Geraldo se reencuentra con Hermelinda. Las casita de Geraldo es diferente. Nadie le daría por ella ni lo que cuesta una vaca…

Pero acabo, que mañana es fiesta en Andalucía.

No, a Wenceslao Fernández Flórez no puedo considerarlo miembro de la «tabernaria, cochambrosa, sucia y fea caterva de viejos literatos». Ni hablar. Después de leer el primer relato de El bosque animado, La fraga de Cecebre, insisto: ni hablar. Pero lee tú y me cuentas si hay o no hay literatura de la buena.

2 comentarios en “La gloriosa novela de Wenceslao Fernández Flórez

  1. Te confieso que me cuesta hacerte caso y no enfadarme con De Prada (yo prefiero llamarle así). No entiendo por qué hay que escribir un artículo sobre literatura sin dejar de dar caña política ni un instante. Aún así, y más por tu recomendación que por la suya, voy a intentar leer El bosque animado.

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