Para quitar asco a la realidad lee a Valle-Inclán

2015_12_23_12_16_00_0001

RAMÓN DEL VALLE INCLÁN

Quien había de ser prodigioso escritor nació el 28 de octubre de 1866 en Villanueva de Arosa. Murió en Santiago de Compostela el 5 de enero de 1936. Hay pocas noticias de su primera juventud. Sabemos que anduvo por el Méjico inolvidable. En 1895 vino a Madrid. Antes había publicado, el mismo año, su primer libro, en Pontevedra: FemeninasA partir de 1897 —Epitalamios—, su producción aparece en la capital de España. Valle-Inclán vivió siempre en escritor, con heroísmo económico, áspera y señorialmente, sin hacer concesiones a la necesidad. Quizá nadie haya tenido una voluntad mayor de ser él, de intransigencia para con su arte. Gran poeta, forjador indomable de idioma, padre del esperpento, su palabra tiene olor, color, sabor y almendra ideal, zurriago y caricia. A más de sus novelas históricas, grandes retablos trabajados con ricos oros y esmaltes, Valle-Inclán alzó el mejor teatro de su tiempo, increíblemente irrepresentado. Fue ejemplar e irreductible en su dedicación orfebre y creadora. Por esa su verdad última, Valle-Inclán se agranda con el paso de los días, porque su obra nació de la necesidad del hombre que la hizo. La COLECCIÓN AUSTRAL presenta hoy TIRANO BANDERAS, donde el arte de novelar llega a un punto de pasmo. El equilibrio entre la acción, el ayuntamiento insólito de los vocablos, lo guiñolesco y lo humano producen este milagro literario. Los capítulos cortos —más que escenas planos cinematográficos vivamente coloridos— dan movilidad al relato, siempre sorprendente. Santos Banderas, «cruel y vesánico», encarna el personaje epónimo de un hecho histórico: el cesarismo político. Para quitar asco a la realidad, Valle-Inclán la desrealiza artísticamente, haciendo más palpable su aliento. En la literatura española TIRANO BANDERAS ocupa un puesto de honor entre media docena de novelas eternas, incluido el Quijote. En TIRANO BANDERAS, como en toda obra genial, al gozo estético sucede la comezón moral. La COLECCIÓN AUSTRAL, que han publicado muchos títulos del asombroso poeta, novelista y dramaturgo, ofrecerá toda la obra sin par de «este gran don Ramón de las barbas de chivo», como le saludaba Rubén Darío.

El subrayado que aparece en el texto es mío. Valle-Inclán era escorpio, como Picasso y como yo (Los nombres de los signos del Zodíaco se escriben con inicial minúscula cuando con ellos se designa a la persona que pertenece a ese signo: Bernardo Luis es escorpio).

Bernardo Luis hasta los veintidós años siempre había escrito México así: «Méjico». Un profesor de Antropología en la facultad le quitó el hábito.

La primera novela de Valle-Inclán, Femeninas, la escribe en torno a los veintiocho, veintinueve años, como Salinger El guardián y Cela La colmena; por comparar.

Vivió en escritor. Ahora no, ahora el escritor, y son los tiempos, vive en Twitter, o en Facebook y escribe México.

Papá del esperpento aunque aquí, Bernardo Luis hubiese hecho una brevísima referencia a Cervantes y a Quevedo.

Valle escribe palabras que tienen ¡olor, color, sabor, almendra ideal, zurriago y caricia! Esto es maravilloso. Esto significa vocabulario y más vocabulario y más lectura que escritura y cierta inteligencia para ensamblar, después en el texto, ese torrente léxico. Por cierto, «zurriago» es casi la última palabra del diccionario y significa «Látigo con que se castiga o zurra, hecho de cuero, cordel o cosa semejante. Correa larga y flexible con que los muchachos hacen bailar el trompo. Juego de muchachos en que se pasan disimuladamente unos a otros un zurriago, y golpean al que lo anda buscando». Quiero jugar al zurriago con algunos escritores. Hinchémonos, Bernardo Luis.

Fue una vergüenza para España que el teatro de Valle quedase irrepresentado.

Con Tirano Banderas la gente se llenó de pasmo y de gusto literario y la compra de diccionarios tuvo que incrementarse, o no. O no, porque ahora somos más deficitarios en léxico, más bestsellerhablantes. A mí me da un poquito de asco pero no me quejo demasiado.

Hasta ahora conocía dos tipos de ayuntamiento y la palabra estaba raída por el uso que le daba: el ayuntamiento que gobierna una ciudad y el ayuntamiento carnal. Nunca había leído la relación entre la palabra ayuntamiento y la palabra vocablos pero tuvo que suceder en el excelente texto de una solapa de un libro editado por Espasa en 1968; hoy la mente de Bernardo Luis se ha abierto un poquito más.

El cesarismo político puede ser cruel y vesánico.

Para quitar asco a la realidad es otra expresión majestuosa, certera, afilada y plausible. Aplaudamos entonces.

Por eso, porque al gozo estético le sigue la comezón moral, no entiendo esas novelas donde solo hay comezón moral, o denuncia social o zurullo para ti.

Así, es un ejemplo, le descubriría la literatura a los zagales con barba de chivo de la ESO y del bachillerato. Para que whatsapeen y tuiteen con arte, riqueza léxica, pasmo y descaro.

 

 

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.