Nada es crucial, de Pablo Gutiérrez

Nada es crucial es una novela de Pablo Gutiérrez (Huelva, 1978) que editó Lengua de Trapo y que se acabó de imprimir en el mes de diciembre de 2010 en Madrid. En 2020 reeditada en La Navaja Suiza Editores.

Vamos a volar a 10.835 pies de altura. Alto, muy alto.

Novela de los arquetipos desainados. Ni Dios. En mis apuntes, con un lápiz HB Staedtler: «El registro del lenguaje no es de garrafón, ¡rehala de personajes corridos a rebencazos literarios! El profazo del Sr. Alto y Locuaz, la mordaza de la Sra. Amable Dos, el hipido constante de la madre de Magui, el artificio de la Sra. Amable Uno, la gallofa de la Sra. Yonqui y así, hasta que Dios quiera». Has-ta don-de-Dios-quie-ra.

Niño protagonista, el Lecu, zagal de arrapo. Magui, la niña protagonista, que fue impúber hasta que tuvo púber y se le aflojaron los traumas. Pablo, que no es el narrador sino el escritor de Nada es crucial (Lengua de Trapo, 2010) habla y lo hace con su boca y su registro… -¡el adjetivo mata!-; y con la ayuda de algún proverbista que clama que, quien nace de un útero adobado en pasta base, siempre será una molestia. Las metáforas de esta novela las estudiarán en octavo, pero de carrera y la cita con la que abre el novelón ya me la sé de memoria, por corta y colocada ahí, con filelí y gusto: «Nadie me verá del todo/ni es nadie como lo miro». Sé que conocéis al autor. Lo fue también de esta: «Aunque bajo tierra mi amante cuerpo esté, escríbeme a la tierra que yo te escribiré«.

Decides invertir el tiempo del verano y vacaciones bien. Muy bien. Invertirlo muy bien obliga a leer y a elegir bien, muy bien. Elegir bien es renunciar, con todas las consecuencias, a llevarte el mismo libro que todos los lectores de verano se llevan a la playa para colocarlo, con un montoncito de arena, en el pico de la toalla para que no se vuele. O usarlo para hacer rataplán, rataplán con los nudillos de los dedos mientras miras a la zagala embikinada que pega saltitos en la orilla porque el agua de las olitas le está haciendo cosquillitas, qué cosa más linda.

Pero tú decides -también con todas las consecuencias- leer Nada es crucial, la novela de Pablo Gutiérrez que me recomendó S. A., un tipo que lee.

Él y yo nos citamos para intercambiar un par de libros y beber algunas cañas fresquitas antes de irnos de vacaciones. Y antes de sentarnos y de irnos de vacaciones, me la suelta: «Nada es crucial supera a Padres, hijos y primates, Bernardo«. No, no me jodas, le respondí.  Mientras el camarero servía las cañas en la mesa, S continuaba insinuándome que es la mejor novela que había leído este año. Y pienso: «Eso tendrá que demostrarlo él y su autor, Pablo, porque superar la novela de Jon Bilbao…» Le escucho, le sigo escuchando, habla, sigue, prosigue, empieza a rotular Nada es crucial y que nada que Nada es crucial. Ya, instintivamente, abro la novela, se me cae, y por poco, sobre el plato de aceitunas verdes con anchoas sin hueso que había sobre la mesa, más cerca de mi caña que de la suya: verdes y sin hueso, esa es la imagen. Él habla del registro del autor, de su forma de hacer literatura, de que es un novelista que no tiene el espíritu cagado de palomas; lo miras, te bebes la caña con sed y priesa mientras pides otras dos, pagas al mismo tiempo. Marcharte es tu intención. Empezar a leer es tu objetivo. La consecuencia, que te vas porque oficialmente llega tu mujer con L y R. S recibe entonces a otros amigos, que también leen y también escriben. Me despido. Me voy. Me voy de verdad.

La novela me duró dos días. Extraje muchas notas que después releía para pensar: un escritor joven, del 78, andaluz, de Huelva, con 32 años, profe de literatura, con blog -que para mí empieza a ser criterio de selección de lecturas-, que admira a Montero Glez (insinuado por Montero Glez en twitter) y seguro que a Pacumbral, que no tiene twitter porque bajo tierra su cuerpo amante está. Pero escríbele; sin remite, por si contesta…

Influencias: ninguna. Una cosa es escribir y otra hacer literatura. En el folio que pliego en dos e inserto entre las páginas de los libros que leo, descubro esta anotación: «De Pacumbral a ABDN pasando por Manteca Colorá y elevando la literatura a un nivel más, a un piso más, a dos lunas más lejos, extraterrestre». Las gentes no tienen ni idea de lo que es un descampado, ni urbano ni espiritual. Necesitan leer este libro, sean de la religión que sean, para que atisben el concepto: descampado existencial.

 Alguien joven como tú, con más formación literaria que yo, debiera plantearse también estudiar y escribir sobre las relaciones entre Paco Limen y escritores nacidos después del 70. Pero un estudio serio y bien escrito para que lo entiendan los zagales que llegan sin faltas de ortografía al bachillerato.

 Temas en la novela: (…). Me hubiese gustado pintar algo con los temas que trata la novela, de verdad. Hazlo tú y me lo cuentas. Gracias.

  Se me va el texto, amigos, con estas letras extraídas de una selección que hizo Acantilado de cuentos de Pirandello y que tituló La tragedia de un personaje. Un trozo de texto que dedico, porque viven, a los personajes protagonistas de Nada es crucial.

 ¡Enhorabuena y gracias, Pablo! Si alguna vez coincidimos y nos conocemos te diré la de veces que he pasado por los descampados que existían frente a la gasolinera que había en la salida sur de Huelva, donde durante dos años intuí al Lecu y a Magui.    Repito, ¡enhorabuena!

            La cita de Pirandello no la olvido:

            “Quien nace personaje, quien tiene la ventura de nacer personaje vivo, puede reírse hasta de la mismísima muerte. ¡Ya no muere! ¡Morirá el hombre, el escritor, instrumento natural de la creación; la criatura ya no muere!”

Pirandello

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2 comentarios en “Nada es crucial, de Pablo Gutiérrez

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